Por: Enderson Sequera
Esta es la historia de cómo la República de Venezuela se convirtió en un Estado gansteril
Hace semanas, se publicó «Autocracias del siglo XXI, caso Venezuela», obra editada por la Dra. Paola Bautista de Alemán. Esta constituye uno de los esfuerzos académicos más completos y exhaustivos por caracterizar al régimen chavista y aportar elementos para la transición democrática.
El texto –con destacados aportes de Bautista de Alemán, los diputados Juan Miguel Matheus y Ángel Alvarado, el Dr. Miguel Ángel Martínez Meucci, entre otros- parte de una idea central: la relación existente entre la naturaleza del régimen político y el desarrollo del proceso de democratización (Huntington). Así, a la compleja caracterización del chavismo han sumado una variable clave: el Estado gansteril.
¿Qué es el Estado gansteril y cómo llegó el chavismo a convertirse en uno? ¿Es este incompatible con el totalitarismo? ¿Por qué el régimen chavista sigue aún en el poder? A continuación, una reseña de la obra que busca dar respuesta a estas interrogantes.
La ideología chavista
Para el diputado Juan Miguel Matheus, el chavismo es «un régimen militarista, de retórica marxista, que pretende lograr la unión cívico-militar del pueblo y Fuerza Armada, inspirado en la doctrina de Simón Bolívar, que posee un perfil expansivo en las relaciones internacionales bajo la influencia del castro-comunismo cubano, que recurre instrumentalmente a la simulación de formas democráticas y electorales, y que se ampara en un constitucionalismo populista».
Dado que muchos de estos elementos están presentes desde los orígenes del movimiento y otros han ido mutando, Matheus introduce dos conceptos: la reconfiguración y la desconfiguración ideológica.
Por reconfiguración ideológica, entendemos «un reajuste, reacomodo o mutación parcial en el basamento de ideas que animan a un régimen autocrático». No significa que este abandone su ideología, sino que se enfrenta a las circunstancias con flexibilidad para mantener un último reducto de su visión.
Por desconfiguración ideológica, entendemos «un “reseteo” en el marco originario de ideas y una nueva configuración». La búsqueda de permanencia en el poder conlleva a adoptar un nuevo esquema de ideas dando lugar a una nueva identidad. ¿Cuál de estos procesos se ha impuesto en Venezuela?
Para Matheus, el chavismo ha operado internamente «un proceso de reconfiguración ideológica» debido al cual «ha flexibilizado la implementación de sus postulados originarios para mantenerse en el poder».
La resiliencia autocrática
Además de la reconfiguración ideológica, ¿qué explica la permanencia del chavismo en el poder? Los autores proponen el concepto de resiliencia autocrática.
Por resiliencia, se entiende «la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas». Para Kleemans y van de Bunt y Hirschfeld, este rasgo se encuentra presente en las organizaciones criminales.
Asimismo, la resiliencia autocrática es «la capacidad de un régimen de recuperar su estado de estabilidad inicial antes de estar sometido a un estado de necesidad». Esta recuperación solo es posible mediante el «aprendizaje autocrático»: la capacidad del régimen de encontrar una cura autocrática que le permita volver a las condiciones de estabilidad en el poder.
«En la revolución bolivariana las cosas ocurren de la siguiente manera: el estado de necesidad revolucionaria conduce al aprendizaje autocrático, este último lleva al carácter gradual en el desmantelamiento del Estado y las condiciones desfavorables para el régimen, y, todo lo anterior, lleva a la resiliencia en el ejercicio del poder», explica Matheus.
El Estado gansteril
Uno de los conceptos fundamentales que introduce esta obra es el del Estado gansteril. Para Bautista de Aleman, citando a Hirrchfeld, los estados gansteriles se definen como «economías políticas en transición que formalizan temporalmente los monopolios económicos extractivos del crimen organizado en un territorio geográfico determinado».
Este posee tres características esenciales:
a. Dinámica expansiva avanzada por quienes forman parte del Estado y por individuos que están asociados a él pero no lo integran formalmente,
b. Diversidad de actividades ilícitas ejecutadas a través de estructuras estatales nacionales o estadales regionales, y
c. La propensión al colapso o regeneración.
Para comprender su dinámica debemos observar tres de sus rasgos: tamaño, extensión y diversidad. Por tamaño, entendemos el número de actores involucrados; por extensión, el territorio geográfico abarcado; por diversidad, el tipo de actividades ilícitas que desarrollan.
En el caso de los actores del Estado gansteril en Venezuela, Bautista los caracteriza como formales –que mantienen una relación directa con el Estado- e informales –cuando no existen vínculos directos con este-.
Entre los actores formales, destacan los miembros de los poderes Ejecutivo, Judicial, Electoral y Ciudadano, así como miembros de las FANB, la ANC, el PSUV y gobernadores de estados.
Los colectivos, pranes y organizaciones vinculadas al terrorismo internacional, tales como las FARC, el ELN, FLB y Hezbollah, completan la lista de los actores informales.
Al referirse a la diversidad de actividades ilícitas, Bautista enumera las siete actividades principales en las que incurre el régimen venezolano. Estas son: tráfico de drogas, explotación ilegal de oro, contrabando de gasolina, trata de blancas, homicidios, extorsión y secuestro, y lavado de dinero.
Sobre la extensión geográfica, la autora identificó presencia de actores informales en los 24 estados del país, «siendo los más comprometidos: Aragua, Apure, Barinas, Bolívar, Guárico, Miranda, Nueva Esparta, Táchira, Trujillo, Yaracuy, Sucre y Zulia».
El Estado gansteril se presenta como una estructura de dominación flexible y descentralizada. Esta fue la respuesta al estado de necesidad revolucionaria experimentado por el chavismo desde el fallecimiento de Hugo Chávez. Su instalación obliga al liderazgo democrático a considerar diversos medios de lucha para lograr la democratización.
¿Totalitarismo o Estado gansteril?
¿Se puede hablar de totalitarismo para referirse al chavismo? Para Miguel Ángel Martínez Meucci, la respuesta es afirmativa. Para él, las caracterizaciones previas que se han hecho sobre el régimen -populismo, militarismo, etc.,-responden a lo que denomina una lógica totalitaria.
Esta lógica atenta contra la libertad y la dignidad humana, con un tratamiento orientado al control de la población mediante la ideología, las capacidades estatales, los recursos tecnológicos y la voluntad.
El totalitarismo asfixia al individuo bajo el peso de la homogenización totalitaria y, al no perder nunca su carácter de movimiento, pretende impulsar una movilización constante de las masas. A esto se suma una política exterior desafiante y expansiva, propia de un Estado revolucionario.
Para Meucci, todos estos rasgos están presentes en Venezuela.
Por ello, el académico se pregunta:¿La esencia más profunda de la revolución es gansteril o totalitaria? Planteado de otra forma: en el chavismo, ¿impera una lógica totalitaria o una lógica mafiosa del poder?
La respuesta a esta pregunta no es una banalidad semántica. Para el autor, esta ayudará a determinar si «predomina en el actual régimen venezolano alguna voluntad propiamente política», o si solo «prevalece un puro afán de lucro por parte de la cúpula dirigente».
El Dr. en conflicto político propone lo siguiente: Si bien están presentes en el chavismo ambas lógicas de poder, «los rasgos propios de la lógica totalitaria predominaban durante el gobierno de Hugo Chávez (1999–2013), así como los rasgos de la lógica mafiosa se hacen más visibles durante el gobierno de Nicolás Maduro (2013–2019)».
La presencia de la lógica mafiosa y criminal no contradice la presencia de la lógica totalitaria, señala. Para Martínez Meucci, «la evolución y declive de los regímenes totalitarios, patentes en las sociedades de totalitarismo tardío o post-totalitarismos, generan condiciones particularmente proclives para la proliferación de lógicas de poder características de estados mafiosos o gansteriles».
Esta dinámica se da en la Rusia de Putin, la Cuba de Castro y la Corea de Kim. No es casualidad que estos tres Estados sean aliados cercanos del chavismo.
Definir qué lógica es la que impera es un reto fundamental del diagnóstico político. Para el politólogo -de imperar la lógica mafiosa-, Venezuela padecerá por un tiempo una condición que combina rasgos del Estado fallido y gansteril. De lo contrario, la lógica mafiosa habría tenido mero carácter instrumental, útil para la consecución de los objetivos políticos del régimen.
Aliados internacionales
Si el chavismo ha aprendido del knowhow totalitario y criminal ruso, cubano y coreano, queda claro la importancia del factor internacional para la revolución.
Para Elsa Cardozo, a principios de 2020 el entorno internacional se movió en una lógica del desafío entre «un régimen desafiado, pero persistente –aun en medio de significativas presiones y perdida de margen de maniobra económica y política- y un conjunto opositor con el empuje alentado por la renovación de apoyo internacional a su liderazgo, pero limitado por la persistencia represiva y de manipulaciones institucionales del régimen».
Considerado la crisis del COVD19 y la complejidad de la narrativa interna opositora luego del 10 de enero de 2021, Cardozo alerta que la situación puede revertirse a la permisividad hacia el régimen y la vulnerabilidad del grupo opositor.
«Se corre el riesgo de que las asimetrías entre la legitimidad de la causa democrática y la ilegitimidad del régimen autoritario, y entre los recursos limitados de la primera y los arbitrariamente dispuestos de la segunda, la crisis venezolana se acerque a que (…) el régimen logre un margen de permisividad internacional, mientras que la causa democrática, quede en situación de extrema vulnerabilidad», explica.
La economía gansteril
Para el diputado Ángel Alvarado, Venezuela atraviesa un proceso de perestroika a la venezolana. «El balance de la crisis en 2019 –arguye- es de un avance en las libertades económicas y un retroceso en las libertades políticas». Sostiene que «las sanciones han tenido un efecto mixto sobre el régimen: positivo en lo económico y negativo en lo político».
«El resurgir autocrático» que ha experimentado Venezuela durante el chavismo -sostiene Alvarado- «ha originado instituciones económicas no solo extractivas, sino depredadoras y gansteriles que han generado un colapso económico sin precedentes».
Luego de un año de hiperinflación y de contracción del 50% del PIB, la revolución bolivariana comenzó un proceso de transición hacia lo que el autor denomina «capitalismo autoritario».
Este proceso ha tenido cuatro medidas fundamentales: levantamiento del control de cambio y promoción de la dolarización, levantamiento del control de precios, flexibilización en los contratos petroleros y permisos para importar productos con aranceles fijos en 8%.
Para Alvarado, «pareciera que el modelo en mente de la elite que usurpa el poder en Venezuela es un sistema de eficiencia económica y partido político único». «Un modelo –advierte- que podría generar crecimiento económico y aliviar la pobreza, pero que no garantiza los Derechos Humanos, la libertad de expresión o los derechos políticos».
En este contexto, ¿De qué depende la transición? El autor señala el factor geopolítico. Para ello, hace referencia al «Juego del centípedo», usado en la teoría de juegos para ilustrar una pulseada entre dos jugadores con incentivos para la cooperación, hasta que un árbitro pone fin al proceso.
En este caso, el juego tendría dos árbitros: el Departamento del Tesoro de EE.UU. -quien emite las sanciones- y el régimen de Nicolás Maduro –quien otorga los permisos de explotación petrolera en Venezuela-. La americana Chevron y la rusa Rosneft serían los jugadores.
En la medida en que el régimen de Maduro otorgue permisos de explotación a Rosneft –explica Alvarado-, el Departamento del Tesoro tendrá incentivos para otorgarle licencias a Chevron para comerciar petróleo en Venezuela, con el objetivo de que EE.UU. no pierda terreno en el continente.
Si el Tesoro decide sancionar a Rosneft, Maduro, a su vez, podría poner fin a las licencias con Chevron. De esta forma, «existe un equilibrio de Nash entre los árbitros para sancionar a los jugadores y dar licencias a cada empresa para operar», argumenta.
¿Qué significa esto para la transición venezolana? Pues, que «seguir los flujos de inversiones petroleras –sostiene Alvarado- posiblemente nos aporte más información sobre las probabilidades de cambio político que lo que se dice en los foros políticos y diplomáticos».
«La voz de los ausentes»
Según ACNUR, para finales de 2020 habrían 6.5 millones de migrantes venezolanos en el mundo. ¿Qué rol juega la migración en nuestra democratización?
Para Héctor Briceño, la migración venezolana se ha dado en tres olas (1999, 2007 y 2014/2017). «El factor común de las tres olas migratorias –asegura- ha sido la desesperanza política».
La hipótesis inicial del autor era que «la migración disminuye la presión política hacia el régimen». Luego, su investigación arrojó un hallazgo valioso: «La protesta, lejos de debilitarse como consecuencia de las migraciones, se fortalece».
«Las migraciones no solo transforman a quienes se van, sino a quienes se quedan –explica Briceño-. La voz de los ausentes y sus demandas insatisfechas se convierten en banderas de lucha y son apropiadas por quienes deciden quedarse, incorporándolas a sus discursos, dándoles un nuevo sentido, ampliando el espectro de la lucha política de las fuerzas opositoras».
Elecciones
¿Qué rol juegan las elecciones en nuestro proceso? Bautista de Alemán, citando a Baker en su estudio sobre elecciones en Estados fallidos en Kenia (2007) y Nigeria (2011), asigna a estas un rol limitado.
«Las elecciones son una parte esencial de la democratización, pero también pueden provocar conflictos si se celebran demasiado pronto y se manipulan descaradamente, carecen de transparencia o se ven empañadas por la violencia», afirma Baker.
Las elecciones, en contextos de Estados fallidos como Venezuela, pueden ofrecer «consecuencias imprevistas, como el aumento de la conflictividad y el reequilibramiento autocrático», concluye Bautista.
Reconstrucción postotalitaria
¿Cómo será nuestra reconstrucción? El profesor Francisco Plaza reflexiona sobre este tema.
«La reconstrucción –sostiene Plaza- no es consecuencia sino condición para la salida del régimen». Se trata de una «reconstrucción postotalitaria».
Para el autor, «el reto es reconstruir sobre una destrucción que va mucho más allá de la devastación material e institucional del país», y que alcanza el ámbito espiritual. «Solo una nación, re-unida en el bien y la justicia, puede superar el mal que siembra un régimen totalitario», concluye.
Conclusiones
El surgimiento del Estado gansteril plantea retos importantes a la transición venezolana. Solo un correcto diagnóstico sobre los intereses de estos actores -formales e informales- puede llevar a acciones más asertivas de política exterior para lograr el quiebre de la coalición.
Adicionalmente, como advierte Martínez Meucci, la correcta distinción entre las lógicas totalitaria y mafiosa dentro del chavismo podría identificar oportunidades políticas –si aún existen- para propiciar la transición.
Queda claro, entonces, que nuestro mayor desafío es interno. Para ello, es indispensable considerar la visión que Konrad Adenauer tenía sobre el reto que supuso la reconstrucción alemana.
Para Adenauer, la tarea era despertar las fuerzas democráticas de la nación de forma que la democracia «fuera mucho más allá que una forma parlamentaria de gobierno sino una ideología que tiene su raíces en el reconocimiento de la dignidad, el valor, y los derechos inalienables de todo individuo».
El gran ensayista Mariano Picón Salas dijo que Venezuela entró al siglo XX 35 años tarde, con la muerte del dictador Juan Vicente Gómez. Ponerle fin al chavismo –autocracia brillantemente estudiada en esta obra- significaría la entrada de nuestro país al siglo XXI. De eso se trata.
Bibliografía:
Bautista de Alemán, P. (2020) (Ed). Autocracias del siglo XXI. Caso Venezuela. Madrid, España. Editorial Dahbar.