ESPECIAL | Se acabó el año, pero no la guerra

Politiks
5 min readJan 5, 2020

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Por José Linares.

A través de un comunicado oficial del Pentágono se anunció la muerte de Qassem Soleimani en un bombardeo ocurrido el pasado 03 de Enero en el aeropuerto de Bagdad. Este acontecimiento ha generado todo un entramado de opiniones escandalizadas por la gravedad y repercusión que puede tener para la estabilidad política internacional.

Pero ante todo, ¿Quién era Qassem Soleimani?

Qassem Soleimani, líder de las Fuerzas Al Quds de Irán

Conocido como el máximo líder de las Fuerzas Al Quds de Irán, un cuerpo de élite encargado de las misiones en el exterior, Soleimani era el personaje más cercano al líder supremo de Irán Ali Jamenei. Era considerado “el hombre de mayor jerarquía y responsabilidad en la línea estratégica de la República Islámica para proyectar su poder sobre la región”. Incluso, podía contarse como uno de los halcones del régimen iraní, como el segundo hombre más poderoso de Irán y el más temido en el medio oriente.

El solo hecho de haber eliminado al segundo hombre más poderoso de Irán puede hacer suponer lo significativo de este suceso, no obstante, ¿por qué el gobierno de los Estados Unidos decidió llevar a cabo una acción tan contundente?

Aunque las tensiones entre Irán y Estados Unidos son un tema ya conocido en torno a la política internacional, se puede partir desde el punto de quiebre que han generado las protestas masivas en varias ciudades de Irán contra el régimen de los ayatolás, debido a la grave crisis económica que tiene lugar desde hace varios años en este país.

Las tropas oficialistas iraníes han asesinado a más de 1500 protestantes pacíficos y a muchos otros también en Irak, donde la gran presencia de milicias pro iraníes en ese territorio ha hecho que el conflicto se haya extendido hasta Bagdad.

El primer hecho que desencadena el cúmulo de arremetidas hasta la fecha, se suscita el pasado 27 de Diciembre. Una de las mencionadas milicias pro iraníes bombardeó una base cerca de Kirkuk, donde se encontraban miembros del servicio estadounidense y contratistas civiles. Uno de esos contratistas murió mientras que otros militares estadounidenses e iraquíes fueron heridos. EEUU responsabilizó a las milicias chiítas iraquíes, respaldadas por la Guardia Revolucionaria Iraní. Tras este atentado, EEUU llevó a cabo represalias dos días después con ataques aéreos contras cinco instalaciones relacionadas a milicias apoyadas por Irán, dejando más de 25 personas muertas.

El conflicto escaló a niveles más altos cuando, en miras de responder al ataque estadounidense, los miembros y simpatizantes pro iraníes atacaron la embajada de Estados Unidos en Bagdad entre el pasado 31 de Diciembre y 01 de Enero, causando importantes daños a la sede diplomática. El presidente Donald Trump respondió ante estos ataques señalando que se habían “pasado de la raya”, por lo que se esperaban represalias más contundentes.

Simpatizantes pro iraníes atacan la embajada de Estados Unidos en Bagdad el pasado 31 de Diciembre

Luego de haber desplegado más tropas en la región, las acciones del presidente no tardaron en llegar. El asesinato de Qassem Soleimani y otras siete personas en un convoy en el aeropuerto de Bagdad ha puesto el acento que le faltaba al conflicto en el medio oriente para profundizar la violencia y guerra subsidiaria entre ambos, ya que, por ejemplo, las primeras reacciones a favor de la causa islámica llegaron con tonos severos. El líder de Hezbollá Hasan Nasrrallah expresó que “vengar la muerte de Soleimani es responsabilidad de todos los luchadores de la resistencia en todo el mundo”.

Ante la eliminación del General Soleimani, Trump dirigió sus primeras palabras asegurando que “Irán estaba planeando una serie de ataques a diplomáticos estadounidenses en Irak” y que por tanto “con esta acción se evitó una guerra, no se inició una”. A su vez, el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu apoyó las acciones llevadas a cabo por EEUU contra Soleimani y el terrorismo iraní.

Este acontecimiento ha afectado significativamente al régimen iraní, ya que Qassem representaba una pieza fundamental en su esquema estratégico geopolítico. Un error de lectura de tiempos por parte del líder iraní permitió al gobierno estadounidense aprovecharse de la situación y dar un golpe sobre la mesa en territorio iraquí, evitando vulnerar espacios iraníes y anulando cualquier arremetida violenta “políticamente justificada”. Además, y no menos importante, ha colocado las tensiones entre EEUU e Irán en un nivel superior a cualquiera conocido en la última década, dadas las implicaciones. Convirtiéndose en asunto de primera categoría que pone en riesgo una guerra en medio oriente. Por un lado, el proyecto expansionista de Irán con influencia y control notorio en Líbano, Siria e Irak conjuntamente con Hezbollá y distintas guerrillas palestinas, y por el otro, Estados Unidos, que arrastraría consigo a Arabia Saudí e Israel.

Sin embargo, no existen condiciones favorables para que Irán asista a una guerra. Ninguno de sus aliados en el medio oriente tendría capacidad de aguantar económicamente un conflicto armado a gran escala, ni siquiera el mismo Irán. De igual forma, a pesar de que el gobierno ruso ha expresado continuadamente su respaldo al régimen ayatolá, involucrarse en algún conflicto bélico en la región sería incurrir en un perder-perder en caso de involucrarse, por lo que las posibilidades son bajas.

La opinión pública se mueve en torno a la idea de Donald Trump cumpliendo las promesas de desentenderse del medio oriente pero como ganador, con el fin de impulsar su campaña de reelección en 2020. Pese a ello, en esta esfera de inseguridades, la jugada puede ser contraproducente si se emula algo parecido al ataque terrorista de Beghasi, Libia en 2012, donde murió el embajador americano Christopher Stevens y las investigaciones con respecto a las causas del atentado terminaron extendiéndose hasta el año 2016, exculpando a la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton.

La “guerra proxy” continuará con mayor proliferación en el medio oriente, en forma de conflictos asimétricos entre los aliados estadounidenses en la región vs el régimen teocrático iraní, los riesgos y amenazas son cada vez más creíbles y cualquier error de cálculo por parte de los involucrados puede ser definitivo.

Se acabó el año, pero no la guerra. Aunque esta no adoptará la forma de una Tercera Guerra Mundial.

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