Ruta Política Integral
El pasado 01 de octubre, la Asamblea Nacional aprobó un acuerdo con el objetivo de “corroborar la ruta política integral planteada al país que permita elecciones libres y trasparentes como salida a la crisis que viven los venezolanos y la reinstitucionalización del país”.
Este anuncio ha generado todo tipo de reacciones en la opinión publica venezolana. Desde muestras de genuina indignación, pasando por el escepticismo y la confusión. No obstante, la pregunta es: ¿qué implicaciones tendrá esta nueva Ruta Política Integral en el proceso de transición en Venezuela? ¿Cambia esto el orden de la ruta i) cese de la usurpación, ii) gobierno de transición y iii) elecciones libres, establecida en la juramentación de Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional? ¿Representa un cambio completo de estrategia o es, simplemente, un ajuste producto de la dinámica política interna? A continuación, exploraremos posibles respuestas a estas preguntas.
Vías transitadas
Ese cambio de expectativas se produce, en esencia, por el resultado obtenido por todas las vías anteriores exploradas por el movimiento del presidente (E) Juan Guaidó. Acá algunos hechos importantes a considerar:
a. Desde el 23 de enero, la presión de la comunidad internacional sobre el régimen de Maduro ha ido solo en aumento.
b. Pese al aumento sostenido de la presión, la ayuda humanitaria no entró a Venezuela, “sí o sí”, el 23 de febrero.
c. No se produjo el quiebre militar interno, especialmente en el alzamiento del 30 de abril.
d. Se revelaron manejos irregulares de los recursos de la ayuda humanitaria, lo cual inició un cuestionamiento público al presidente Guaidó y terminó mermando su credibilidad.
e. Se recurrió al mecanismo de negociación en Oslo, el cual fracasó rotundamente y generó una merma del capital político de Juan Guaidó.
El balance
Tomando en cuenta estas cinco variables que pretenden resumir, apretadamente, estos nueve intensos y acontecidos meses, nos preguntamos: ¿Cuál ha sido el balance de estos meses? ¿Cuál ha sido el resultado logrado empleando las vías anteriores? Pues, lo siguiente:
- Que pese a la presión sostenida del ala democrática de la comunidad internacional, los objetivos no han sido logrados eficazmente. Incluso, podríamos llegar a afirmar que no parece existir o reflejarse la correlación entre presión externa e iniciativas políticas internas.
- Que luego del apagón nacional de marzo el chavismo le recordó a la población la tragedia en la que vivimos y desarticuló, desde las expectativas, la movilización ciudadana, restándole potencia a la capacidad presión interna opositora.
- Que a medida que transcurren los días la crisis venezolana empeora y se acrecienta, lo cual aumenta la desesperación de los ciudadanos por encontrar alguna salida.
- Que con el pasar de los meses la migración venezolana aumenta, pero que, a su vez, esta adquiere y muta hacia nuevos niveles de complejidad: dado que los países receptores no poseen las capacidades internas para recibir venezolanos en masa (el canciller Carlos Holmes Trujillo estima que, en el peor de los casos, la cifra de venezolanos en Colombia podria alcanzar los 4.000.000 en 2021, lo cual representaría una carga para el Estado de 26 billones de pesos), responden limitando el acceso al solicitar visa a los migrantes. En tanto, se produce una situación macabra y angustiosa para millones: cada día es más difícil salir de Venezuela –por la vía que sea-, pero también cada día hay menos sitios adonde ir. A todo este panorama, se le suman las manifestaciones de xenofobia de la cual han sido víctimas los venezolanos, como las recientes en Perú y las vividas hace meses en Ecuador o Panamá.
Más realismo, menos imposición
En tal sentido, todo este complejo panorama ha llevado al gobierno del presidente Juan (E) Guaidó, junto a la Asamblea Nacional, a comprender que los tiempos han cambiado y que el contexto político venezolano no es el mismo que se vivió en enero o febrero de este año -donde la imposición aprovechando el adormecimiento del contrario y el factor sorpresa era posible-; donde la opinión pública estaba mayoritariamente volcada a apoyarlo y respaldarlo, en las redes sociales y en la calle; que el apoyo a su movimiento ha mermado, en las redes y en la calle, y pudiese empezar a mermar el apoyo internacional, dado que el mismo, por la propia dinámica interna de nuestros aliados, no será ni eterno ni inmutable; por tanto, todos esto ha llevado a reconsiderar el conocido: Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres.
Por un enfoque más realista y viable, expresado en la Ruta Política Integral, la cual se apoya, en esencia, en la propuesta presentada por el equipo del presidente Guaidó en el mecanismo de negociación de Oslo, a saber:
a. Renovación del CNE y del resto de poderes públicos.
b. Separación del cargo.
c. Elecciones presidenciales libres en el corto plazo.
El objetivo fundamental continúa siendo el cese de la usurpación. Lo que ha cambiado es el orden de los factores, para poder dotar de viabilidad a este último. De nada sirve tallar en piedra un mantra que no estaba funcionando, si se pueden cumplir los objetivos por otras vías igual de legítimas. Un comentario antes de continuar: quienes afirman que apartar del poder a Maduro no constituiría el cese de la usurpación, dado que “Maduro no es el régimen”, olvidan el principio aquel que permitió el surgimiento de los francotiradores en la guerra –y que rige la mayoría de las relaciones entre humanos-: “Da de baja el líder, y los demás saldrán huyendo (o se rendirán)”.
ANC, TSJ y CNE: La Espada de Damocles del chavismo
Por otra parte, no obstante, pese a su realismo, esta nueva Ruta Política Integral no carece de obstáculos. Entre estos, destacan:
- El chavismo, en su perenne intento de “guardar una fachada democrática e institucional”, más que en las armas, centra su poder y narrativa en tres instituciones claves, mediante la cual dota de un sentido político y jurídico sus imposiciones totalitarias. Estas instituciones son: la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el Consejo Nacional Electoral (CNE).
- Debido a esto, mientras el planteamiento se centre en la pugna por solo renovar el CNE, esta maniobra carecerá de las garantías necesarias: al final, cualquier controversia terminará dilucidándose, en el mejor de los casos, en la sala electoral del Tribunal Supremo de Justicia. Sin cambios en este, el chavismo ahí juega en casa.
- En el mismo orden de ideas, parece que de momento se pierde de vista la enorme concentración de poder que simboliza la ANC. Esta es, para el chavismo, una patente de corso para llevar a cabo cualquier medida, amparados en una justificación “supraconstitucional”.
El objetivo fundamental continúa siendo el cese de la usurpación. Lo que ha cambiado es el orden de los factores, para poder dotar de viabilidad a este último.
La inestabilidad del apoyo internacional
Cuando Juan Guaidó se juramentó el 23 de enero se formó una coalición de 56 Estados occidentales que lo reconocen como presidente de Venezuela. 8 meses después, vemos como el panorama internacional, propio de las dinámicas internas de las democracias, vive un importante ajuste en la correlación de fuerzas. Los aliados se han visto afectados. Incluso, el mayor aliado de la causa, el presidente de los EE.UU, Donald Trump, se juega hoy su puesto con un impeachment en marcha. A su vez, en Perú se vive una intensa pugna entre el presidente y el Congreso, país cuya capital es sede del principal grupo de presión regional contra el régimen de Maduro: el Grupo de Lima. En Ecuador, el presidente Lenin Moreno enfrenta un crudo episodio de protestas a causa de la reciente eliminación del subsidio a los combustibles.
Uruguay mantiene una postura a favor del chavismo. Argentina cambiará su posición luego de las elecciones con el regreso al poder del kirchnerismo. México continúa con un apoyo ambiguo al régimen de Maduro. A pesar de que el gobierno mexicano reconoce a Maduro como presidente de Venezuela, ha protestado por las constantes violaciones de derechos humanos y hasta ha llegado a proteger a diputados de la Asamblea Nacional en su embajada en Caracas.
Sin embargo, para la región, debido a la presión migratoria (David Smolansky estima la cifra de venezolanos fuera del pais en 5.000.000 al finalizar el 2019), el tema Venezuela se maneja con urgencia. La semana pasada, en el marco de la Asamblea General de la ONU, hubo reuniones entre miembros de la administración Guaidó y delegaciones de una multitud de países, se concretaron importantes medidas con el TIAR, y el gobierno estadounidense anunció un paquete de asistencia a miembros de la oposición por $52 millones, además de prohibir la entrada a EE.UU a altos funcionarios del régimen, a todos miembros de la ANC y a todos los coroneles y generales de las Fuerzas Armadas.
La voluntad de poder del chavismo
Por último, y sin duda lo más importante, el chavismo sigue aferrado a su enorme voluntad de poder. Así, no existe voluntad política por parte del chavismo, ni la mínima señal de disposición a someterse a ningún proceso electoral, salvo las elecciones de la Asamblea Nacional en 2020, las cuales convocaría la ANC. La pregunta, entonces, es: ¿Qué lo haría cambiar? ¿Con que nueva arma, medida o sanción -que no se haya aplicado ya- se podría presionar? Este es el factor determinante. Sin resolverlo, cualquier comunicado que provenga de la AN tendrá el mismo destino que las copias de las leyes de amnistía entregadas a los militares en febrero y marzo. Sin la disposición del chavismo, producto de la presión, toda iniciativa de la AN será un diálogo de sordos.
Es por ello que, si bien la nueva Ruta Política Integral adoptada por la AN, al poner el énfasis en la renovación del CNE y el llamado a elecciones presidenciales –que significan el reconocimiento implícito de que la vía del quiebre interno no funcionó y que la vía de una intervención militar es inviable- adquiere un enfoque más realista a la hora de generar una solución al conflicto político venezolano. No se debe perder de vista, que sin el desmontaje total de la ANC y la renovación del TSJ (antes que el CNE, y aún asumiendo la complejidad de esta medida, planteada desde cómo integrar y conciliar al Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, recientemente reconocido por el presidente Iván Duque), no existirán las suficientes garantías que permitan la realización de unas elecciones libres.
Realistas, pero no ingenuos
Bienvenidas las posturas más pragmáticas y realistas. Bienvenido el ajuste en la estrategia. Bienvenida la moderación en las expectativas. No obstante, no hay que olvidar que desde el 06 de diciembre del 2015 Venezuela cambió. En tanto, la lucha no puede ser por retroceder a las condiciones institucionales que nos permitieron vencer a un régimen que, en ese momento, era un autoritarismo competitivo de manual. La oposición debe demandar el establecimiento de condiciones lo suficientemente realistas y viables, pero también lo suficientemente exhaustivas, para desplazar del poder al chavismo, un autoritarismo hegemónico con vocación totalitaria, vínculos con el narcotráfico y el terrorismo (y que cada día avanza un paso más en su pretensión totalitaria).
Los rojos también juegan
No es nada sencillo, pero es el reto que tenemos por delante. Bienvenido el realismo, pero aún resta asegurar si la oposición está pecando de ingenuos ante un régimen que, aún, no da ninguna señal de quererse someter a ningún proceso en donde exista siquiera el mínimo riesgo de perder el poder. ¿Hemos tomado eso en consideración o aún no nos hemos dado cuenta que los rojos –y los rusos- también juegan?